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#7díassinhablar: Sloth ya no quiere a Gordi

 

A lo tonto hemos llegado al último día del reto. Ha sido un día largo en la agencia, así que no he podido relatar antes lo que aconteció ayer martes. Espero que me sepáis perdonar. Ha sido el día en que más tortas de realidad me he pegado. Ya conté en la actualización anterior que estaba fastidiada porque se me han escapado algunas palabras hasta cuatro veces durante el reto. Como consecuencia me llevé todo el día rara, enfadada conmigo misma. Y, claro, en silencio no puedes pagar el enfado con nadie. Aprendizaje: no me mola que las cosas no salgan como yo esperaba. Esta experiencia me ha obligado a enfrentarme a eso varias veces y creo que he mejorado bastante en la materia.

Me perdí el networking de #empleoSM cuando había muchísima gente a la que me hubiera encantado conocer en persona. A los conocidos que me encontré solamente pude saludarles con un golpe de cabeza. Menos mal que las redes sociales están para algo, ¡Gracias a Victoria y Txema por el apoyo!

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Después en el trabajo estuve varias veces a punto de tirar la toalla y empezar a hablar. «Total», me repetía, «si ya se me han escapado varias veces palabras». Si no lo he hecho es porque doy más valor a no rendirse que a equivocarse. Es una de esas habilidades absurdas de las que hablaba el personaje de Rose McGowan en Planet Terror. Yo los llamo «superpoderes», porque soy más de Marvel.

Terminé de trabajar mientras pensaba todas estas cosas. Ahí llegó un momento felicidad absoluta porque apareció por el coworking Lucía, en adelante «mi intérprete», y resulta que entiende a la perfección todo lo que intento decir gesticulando o moviendo los labios sin hablar.  ¡Qué alivio!. Sobretodo porque se venía al cine de verano de Parque María Luisa a ver Los Goonies y ahora sabía que podría expresarme toda la noche gracias a su traducción simultánea. Me he dado cuenta de que no todos reaccionamos igual cuando hablamos con alguien, algunos somos más sonoros, otros más visuales, etc… Miramos a los ojos, a las manos, a la boca…

El trayecto hasta el cine fue muy divertido. Sobretodo cuando escucho en plena calle Tetuán «Martaaaa». Y resulta que es Phelipe, una de esas personas que te vas encontrando por la vida una y otra vez como si el destino te estuviera soltando una indirecta. Como casi todos en vez de hablar me preguntó por gestos si ya podía hablar. Y ¡bien! estuve antenta para no contestarle «quéeeee». Sobretodo porque segundos antes me había saludado un antiguo jefe, pero no jefecillo sino uno de estos jefes que tienen miles de empleados. No le veía hace años y, claro, cuando se me acerca a darme dos besos pues le tuve que decir «Hola, no puedo hablar por un reto que estoy haciendo»… ¡pero eso es hablar!. Jaime dice que es trampa pero yo argumento que se considera «conversación laboral», que era una de las dos excepciones a #7díassinhablar. Total, ¡ya he perdido la cena!. Por cierto, ¡no voy a invitar a cenar a todo el que me haga hablar! Lo digo porque algunos estáis intentando pillarme con ese propósito, ¿verdad, José Marquez?.

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Desde luego estoy sorprendida porque sois muchos los que no comentáis, compartís ni «favoriteáis» mis publicaciones pero estáis perfectamente al día del reto. ¡Eso me está animando muchísimo a seguir!.

El caso es que llegamos al cine de verano y, por más que lo intentamos, no había manera de ver la película sentados. Las sillas habilitadas tenían pinta de estar ocupadas hacía horas, simplemente la cola para comprar una cerveza ya era kilométrica. ¡Nos quedamos sin ver la peli! Moraleja: si vais a ese cine este verano hacedlo mínimo una hora antes. O llevad una silla tipo las que se lleva la gente en Semana Santa para esperar a los pasos. De nuevo esa sensación de «las cosas no han salido bien» se apoderó de mí. Supongo que al no hablar eres consciente mucho antes de tus emociones, lo cual es una ventaja a la hora de gestionarlas. Si todo el mundo hiciera voto de silencio alguna vez en la vida creo que se conocería a sí mismo infinitamente mejor. Entre el cabreo y la caminata que nos pegamos para volver a casa el pobre «husband», que venía conmigo, estuvo a punto de tirarse delante de un coche. Porque, amigos, se puede protestar y lamentarse de uno mismo sin hablar. Créanlo. Me enfado, ala, Sloth ya no quiere a Gordi.

En fin, afronto las últimas horas hasta con pena. Voy a echar de menos lo bien que me lo he pasado estos días. Un detalle: terminaré el reto a las 9:30 horas de la mañana porque en ese momento dará comiendo el International Collaborative Day (#iCollDay) en workINcompany con un desayuno colaborativo. Y me parece un momento ideal para hacer la cuenta atrás y terminar el reto dando paso a otro: convertir el #iCollDay en una jornada magnífica en la que hablaremos de economía sostenible, comunidad, coworking, colaboración… De plataformas como Uber, Time Republik, Social to Crowd… Para el que quiera vivirlo en directo:

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Así que #7díassinhablar terminará por todo lo alto, con cuenta atrás y sorpresas durante todo el día. Permaneced atentos porque a través de esta página y de mis cuentas en Twitter, Facebook e Instagram lo iré contando en directo. ¿Estáis preparados para volver a escuchar mi voz? Todavía no he pensado en las primeras palabras que diré una vez liberada, ¿alguna propuesta?

Autor:

Locutora, presentadora, escritora.

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